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LOS TRATOS SOBRE LA BASE DE LA GRACIA

17:35Carlos C


El punto central en los tratos de Dios con el hombre es la gracia. El hombre, según la elección de Dios, fue creado, predestinado, y bendecido en los lugares celestiales para la alabanza de la gloria de su gracia (Ef.1:3-6), antes de los tiempos de los siglos (2ª Tim.1:9). Luego –ya en el tiempo– una de las mayores expresiones de las riquezas de su gracia es la redención por la sangre de Jesús, por la cual tenemos perdón de pecados (Ef.1:7), que es la base de la salvación de Dios.

Por encima aun de la creación de todas las cosas, la resurrección de Cristo es la manifestación más grande del poder de Dios, y nuestra resurrección juntamente con Cristo es, tal vez, la más clara demostración de la gracia de Dios para con nosotros. Y no sólo lo es nuestra resurrección, sino también nuestra entronización en los lugares celestiales con Cristo (Ef.2:6). Entonces, tenemos que, por la gracia de Dios, hemos pasado de una posición de condenación, a la posición más opuesta: la de exaltación a la diestra de Dios.


En los días del Señor no se vio esta gracia, ni el fruto de ella, como ha sido vista en estos siglos, "los siglos venideros" de que hablaba el apóstol. ¡Cuántos pecados perdonados, cuántas vidas transformadas, cuántas lágrimas enjugadas, cuánta paz en corazones afligidos, cuánta consolación en medio de las pruebas! Y esto es más notorio aún si consideramos que la única condición que legítimamente le corresponde al hombre luego de su caída, es la muerte. Lo único que al hombre le corresponde por su defección es el infierno.


En efecto, el hombre fue creado perfecto, con libre albedrío, con una capacidad intelectual óptima, capaz de discriminar, de entender y de obedecer. El tuvo la dicha de conocer a su Creador, y de hablar con él como un hombre habla con su compañero. Pero, cuando llegó el momento que su obediencia fuera probada, él desconoció las instrucciones de Dios y dio oídos a una voz extraña. Entonces, habiendo obedecido la voz de Satanás, pecó. El hombre sólo merece la muerte. (Rom.5:12; 6:23).


Más Dios muestra su amor por nosotros,( sus elegidos ) en que siendo aun pecadores, Cristo murió por nosotros (Rom 5:8)

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