En muchas ocasiones, nos
encontramos en la vida con personas que, a nuestro juicio, están lejos de ser
una bendición; más bien nos parecen una maldición. Podemos observar a creyentes
que se comportan de manera evidentemente egocéntrica, aprovechadora, inactiva y
obsesionada con el confort; estas personas generalmente son parásitos en el
cuerpo de Cristo. Sin embargo, a pesar de su inmadurez, Dios les provee empleo
y dinero para adquirir propiedades, los ayuda cuando enfrentan diversas crisis,
y los bendice en una infinidad de maneras. ¿Por qué?
Supongo que por la misma razón por la cual nos ha bendecido a nosotros
muchas veces, a pesar de no estar sintonizados con Él. Nos maravilla la gracia
de nuestro Dios; es más, ¡lo glorificamos! Lo que quiero decir es que si Dios
puede bendecir aun cuando sus hijos no están en sintonÃa con Él, ¿no deberÃamos
hacer lo mismo nosotros? No tenemos excusa, pues la gracia de Dios que alcanza
a otros también mora en nosotros; y eso es asà debido a que Él existe en
nuestro interior. Ante todo lo que consideremos una excusa para ofendernos,
debemos entender que la ofensa cometida contra el Padre es mayor, y sin
embargo, Él continúa bendiciendo; su sol brilla sobre buenos y malos. Su gracia
es nuestro ejemplo, y más que eso, es nuestra vida. Su gracia para con otros en
medio de sus errores nos alienta, pues nos permite ver que es la misma manera
en que nos trata cuando nosotros fracasamos. M.W
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