ENSEÑANZA

UNA CLAVE PARA PEDIR

3:37Carlos C


Existe una frase que, cuando los creyentes la pronuncian, provoca en Dios una emoción mayor que la que cualquier ser humano pueda sentir. Es una frase a menudo tomada livianamente, y posiblemente malinterpretada por algunos de los que la utilizan, pero que moviliza en Dios su compasión, su amor, su pérdida, su ganancia, su perdón, sus esperanzas, sus deseos y, sobre todo, su dolor. Esta frase sagrada otorga, a la persona que la pronuncia, el beneficio de toda la bondad de Dios, su comunión y cuidado constante, además de su oído atento y su corazón lleno de amor. La frase que produce todo esto es: “La sangre de Jesús”. Cuando pedimos algo por la sangre de Jesús, Dios se conmueve en sus entrañas al recordar su unidad con el Hijo y su gran amor por Él, la pérdida de su Unigénito, el juicio, y finalmente un nuevo nacimiento. ¿No es sagrada esta frase? ¿No debería el creyente ser cuidadoso al invocarla? ¿No deberíamos esperar grandes cosas cuando las pedimos por la sangre de Jesús? Esta frase le recuerda a Dios la antigua condición de sus criaturas: su fracaso, su pecado, su egocentrismo y su necesidad de que Él hiciera algo. Dios recuerda cuando envió a su Hijo, recuerda la crucifixión, la multitud que se burlaba, el rechazo de una nación y de una ciudad, y hasta la negación por parte de los seguidores de su Hijo Jesús. Sea cuidadoso en la manera de utilizar estas palabras, pero ¡Ãºselas! “Y ellos le han vencido por medio de la sangre del Cordero” (Apocalipsis 12.11a). 

M.WELLS

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