Gálatas 4.4 dice que “[…] cuando
vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, […]”.
Recientemente hice un
descubrimiento interesante. Como usted sabe, el término fe prácticamente no se utiliza en el Antiguo Testamento[1].
El término esperar era utilizado por
los fabricantes de sogas. Si alguien estaba “esperando”, estaba entretejiendo
una hebra débil de soga en las hebras más fuertes. Si usted visitara el taller
de Juan Soga y preguntara por él, alguno podrÃa decirle: “Está en el fondo,
esperando”. Eso significaba que estaba al fondo del taller, integrando una hebra
débil a las más fuertes. Esta ilustración aporta un nuevo significado a la idea
de “esperar en el Señor”, ¡porque cuanto más uno “esperara”, más fuerte serÃa
la soga! Cuanto más tiempo esperamos en el Señor, permitiéndole entretejer e
integrar nuestra débil y patética vida en la de Él, más fuertes nos hacemos.
Una vid plantada aislada en el campo se enrolla alrededor de sà misma, pero si
se la plantara junto a un poderoso roble, se enrollarÃa alrededor del árbol y
crecerÃa casi hasta su misma altura. “Los que esperan a Jehová tendrán nuevas
fuerzas” (IsaÃas 40.31) ¡Amén! Los creyentes necesitamos esperar, lo cual
revela la verdadera gloria de nuestro Dios.
Recuerdo cuando esperaba y
trabajaba para comprar un automóvil; mi abuelo me habÃa dicho que trabajar por
el automóvil serÃa mucho más divertido que poseerlo. ¡TenÃa razón! Disfruté más
el esperar, pensar e imaginar que el hecho concreto de tenerlo. La espera
maximiza el disfrute. Cuando a un niño se le da todo lo que quiere y no se le
enseña a esperar, el padre está en realidad robándole al niño una bendición.
Estamos hechos a la imagen de Dios, y a Dios le gusta esperar. Esperó que se
cumpliese la plenitud del tiempo para enviar a su Hijo. ¿Por qué no envió a su
Hijo como CaÃn o como Abel inmediatamente después de la caÃda de Adán y Eva? La
espera maximiza el disfrute y el beneficio del regalo del Hijo. Aún hoy dÃa Él
envÃa al Hijo a los corazones de los hombres en el cumplimiento del tiempo, de
modo que espere con fe su liberación personal o la salvación de su hijo o su
cónyuge.
¡La fe es trabajo! Muchos rechazan
todo esfuerzo relacionado con la fe. Hay un esfuerzo que tiene como centro un
trabajo que conduce a la desesperanza; esto es legalismo. Sin embargo, está
también el trabajo de la fe que tiene como centro el obrar de Dios. Muchos
creyentes no quieren en realidad tener fe, pero quieren algo que solucione su
situación. Por ejemplo, está la depresión sin un suceso que la motive; es
infundada. Debido a que no hay un hecho concreto como fundamento, el creyente
debe levantarse, ponerse en marcha y caminar por fe negando ese sentimiento.
Este es un trabajo de fe.
M.WELLS
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