ENSEÑANZA VIDA EN EL REINO

LO QUE NO ES LA VOLUNTAD DE DIOS

3:28Carlos C



Con frecuencia, nos encontramos con creyentes que están buscando luces rojas. No saben si están haciendo la voluntad de Dios, de modo que buscan las luces rojas que les indiquen que deben detenerse. ¿Pasaron Adán y Eva sus días en el paraíso buscando luces rojas? ¡Obviamente no! Dios les mostró desde un comienzo la luz roja frente al árbol del conocimiento del bien y del mal; de cualquier otro árbol del huerto podían comer. Leamos lo que les dijo acerca de los otros árboles: “Y Jehová Dios hizo nacer de la tierra todo árbol delicioso a la vista, y bueno para comer; también el árbol de vida en medio del huerto […]” (Génesis 2.9). Sí, árboles agradables a la vista, que alimentaban no solo el deseo físico del hombre sino también la mente, la voluntad y las emociones, porque eran deliciosos a la vista. También estaba allí el árbol de la vida (Jesús), que alimentaría el espíritu del hombre. El ser humano tenía libertad para comer de todos. Recuerde la palabra libre. Dios les habló claramente acerca del árbol del cual no podían comer, para que el hombre no necesitara deambular por el huerto observando cada uno y preguntándose si le estaría permitido comer de él, atareado y preocupado, en lugar de disfrutar de la vida en el lugar que
habitaba; y también de la compañía de Dios. ¡El hombre debía ser libre! Exige demasiada energía saber todo lo que está permitido. Es mucho más simple saber cuáles son las pocas cosas que no están permitidas. Dios nos señala cuáles son las luces rojas, para que podamos dedicarnos a disfrutar de la vida abundante y no nos distraigamos investigando constantemente qué nos está permitido –lo cual hace que nos perdamos la comunión con Él–. Una vez más, al conocer de antemano cuáles son las luces rojas, podemos avanzar en la vida en el reino de Dios y disfrutar de lo que hacemos. El Nuevo Testamento señala claramente cuáles son las luces rojas, que aunque incluyen la conducta, asignan mayor importancia a la actitud (vea Efesios 4.31; Hebreos 12.15). Resulta confuso tratar de hallar la voluntad de Dios en todo lo que está permitido. Contrariamente a lo que piensan los no creyentes, lo que Dios nos permite hacer cubre muchísimos aspectos y áreas de la vida. En realidad son muy pocas las cosas que están prohibidas para los creyentes.
Por lo tanto, si usted está confundido respecto de cuál pueda ser la voluntad Dios en relación con una acción o actitud, ¡cambie la manera de ver el asunto! Encuentre en la Biblia qué es exactamente lo que no tiene que hacer y evite eso; todo lo demás está permitido. ¿Acaso no se resume toda la Ley y los Profetas en un solo mandamiento: Amarás a tu prójimo como a ti mismo? Si no está haciendo esto, todo lo demás importa poco. ¿Se da cuenta usted cuán simple es? Solo debe evitar una cosa: amarse más a usted mismo que a su prójimo. Si evita el egocentrismo, encontrará que el noventa por ciento de lo que hace está permitido, como por ejemplo: vivir donde usted quiera, aceptar el empleo que le guste, ir de vacaciones donde lo desee y hasta elegir la iglesia y su lugar de servicio; lo que no le está permitido es la amargura, el juzgar a los demás, el participar en obras de la carne, y el dejar de amar y mostrar compasión, pues todas estas acciones alimentan el egocentrismo. Muchos se esfuerzan por saber qué automóvil deben comprar, cuando lo realmente importante quizá sea amar a su cónyuge, no provocar a ira a otros, o no ser secretamente competitivos.

Es difícil explicar cuáles eran todos los árboles del huerto de los cuales estaba permitido comer, pero es sencillo saber de cuál no. Tenga eso en claro y siéntase libre para comer del resto. No hagamos que la voluntad permitida de Dios parezca difícil, como un pretexto para no prestar atención a la voluntad conocida de Dios que podemos estar desobedeciendo tanto en hechos como en actitudes. La multitud de temas que no aparecen en la Biblia, y a los cuales muchos creyentes asignan superlativa importancia, no revisten mayor interés para Dios; de estos tenemos “libertad para comer”. Si Dios tiene otros planes es su responsabilidad enseñárnoslos, lo cual hará porque es nuestro Buen Pastor. 

M.WELLS

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