ENSEÑANZA VIDA EN EL REINO

El puente dinamitado

4:26Carlos C



Para muchos es familiar la ilustración del puente: Dos acantilados están separados por un abismo (pecado); en un acantilado está el hombre, en el otro está Dios, y Jesús es el puente que une lo que antes estaba separado. Sin embargo, por lo general al cabo de unas pocas semanas de su conversión, los creyentes olvidan que Jesús es el puente y comienzan a construir uno propio.
Un pastor hasta llegó a decirme: “El mensaje de gracia finaliza cuando un pecador camina hacia el altar”. Muchos comienzan a creer que Dios los apoya únicamente cuando leen, oran o tienen un tiempo devocional. Han construido un puente a Dios sobre la base de algo que no es Jesús. Algunos construyen un puente con su propia conducta, sintiéndose aceptados porque no fuman, no beben, no tienen vicios y tampoco se juntan con personas que sí los tienen o que hacen esas cosas. Cualquier otro puente es otro camino, no el Camino. Algunos creen que en tiempos de crisis les ayudará el hecho que, como resultado de una gran disciplina, piensan, hablan y actúan correctamente; ¡hay otro puente que necesita dinamitarse! Los creyentes “constructores de puentes” son fáciles de identificar al observar sus rostros cuando Dios dinamita sus puentes. Me gusta observar a los creyentes cuando fracasan; quiero ver si inmediatamente ocupan su lugar delante del trono de la gracia o si se recluyen, se deprimen y les resulta imposible realizar una petición con confianza. Como discípulos celestiales, no construimos puentes, porque tenemos al Único, Jesús, como nuestro puente para toda la eternidad. Si sucumbimos a la tentación de construir uno, Dios, por amor, dinamitará la imitación para obligarnos a volver al original. Recuerdo a un hermano que había sufrido un fracaso moral y estaba proclamando que Dios se había apartado de él. Lo miré y le dije: “Hermano, su problema es que usted sufre de justicia propia”. Había cometido el error común de creer que era aceptable para Dios en tanto y en cuanto su conducta nunca cayera por debajo de cierto nivel. Había determinado un patrón que no tenía como base a Jesús y había construido un puente; y Dios le había permitido caer para que nuevamente pudiera afirmarse solo en Cristo y no en su rectitud autoproclamada. “En [Cristo], mediante la fe, disfrutamos de libertad y confianza para acercarnos a Dios” (Efesios 3.12, NVI).

Nuestro acceso es por la fe en el único puente, que es Cristo. 
M.WELLS

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