Es interesante la manera en que la versión Dios Habla Hoy traduce el conocido
pasaje de
Juan 1.14: “Aquel que es la Palabra se hizo hombre”;
o sea, que la Palabra (Cristo, en otras versiones “el Verbo”) no “se hizo
palabras”. Cuando José apartó el abrigo del pesebre para ver a su hijo recién
nacido, no halló un libro, halló a una persona.
Un artista coreano creó un retrato fascinante de Jesús que se ha hecho muy
conocido, al dibujar la figura del Señor rodeada por veintisiete ángeles. Cada
lÃnea de texto bÃblico está escrita con tinta más clara o más oscura, para
revelar la imagen. El artista plasmó la idea correcta, pues se trata de la
Palabra hecha Carne. Todos los ángeles miran a Jesús, lo cual deben hacer los
veintisiete libros del Nuevo Testamento.
Es una clara representación de la intención de Dios.
En contraste, las personas a veces abren la Biblia y únicamente ven al Verbo
(la Palabra) hecho palabras. Para ellos se trata de una enseñanza, letra negra
sobre un fondo blanco, y lo único que buscan es el conocimiento, producto de
esa enseñanza. Si esta es también su actitud, usted no podrá ir más allá de lo
que le sea posible comprender con sus propios recursos intelectuales, ya que
otorga poder a cada palabra únicamente en la medida en que comprende su
significado. Solo recibe una revelación acerca de usted mismo. La religión toma lo celestial y lo
convierte en una forma muerta sobre la tierra; el concepto de un ser humano
respecto del mundo espiritual plasmado en papel y tinta o convertido en un
Ãdolo al cual adorar, no es más que la observancia de un credo muerto. El Verbo
hecho Carne implica que el cielo vino a la tierra y se hizo vivo. Nosotros
practicamos algo vivo.
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