Satanás nos roba la fe al robarnos
nuestro centro de atención. Si usted observara que un amigo pasa por la calle y
quisiera llamar su atención, ¿qué serÃa más eficaz, arrojarle una hoja o un
ladrillo? Cuando un creyente camina con su atención puesta en Cristo, es
peligroso para Satanás, de modo que el enemigo no procura distraerlo con un
pensamiento objetable, sino con algo que sea tan impactante que el discÃpulo se
detenga para analizarlo y, en ese momento, la batalla está perdida. Una mujer
caminaba y oraba con su bebé recién nacido en los brazos cuando la asaltó el
pensamiento de arrojar a su bebé sobre la acera. Un hombre estaba caminando y
orando y comenzó a pensar en un amor perdido de la época de la universidad;
pronto estaba lamentando la ruptura de esa relación. Un pastor conducÃa su
automóvil a una reunión y comenzó a obsesionarse por la ofensa de un hermano al
punto que casi no podÃa hablar. El instante en que su mente comienza a
apartarse de Cristo, diga simplemente: “No iré allÔ. “No quiero eso”.
¡Apártese! La fe es mantener a Cristo en el centro de nuestra atención. Muchos
creen que la manera de combatir a Satanás es pensar permanentemente en él y
citarle pasajes bÃblicos. La fe no pelea
batallas que ya están ganadas. Si tan solo exaltamos a Jesús, en ese
momento estamos renunciando y derribando a Satanás. ¡Recordemos que la fe es
dada a todos los hombres! Todo en la vida nos enseña fe, y la fe nos ha estado
capacitando para este dÃa. Cuando era niño, pedÃa regalos y tenÃa que tener fe
en mis padres. PodÃa hablar con una joven y hacer la mejor lectura posible de
la situación, pero siempre era un paso de fe el llamarla. Trabajaba toda la
semana con fe de que recibirÃa mi salario. Fuimos creados para la fe y la
totalidad de la vida lo enseña. Hoy, entonces, es el dÃa para tomar toda esa
capacitación de fe y abandonarnos en los brazos de Jesús. ¡Simplemente hágalo!
Usted puede.
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