ENSEÑANZA VIDA EN EL REINO

LA FE CUENTA

3:41Carlos C


Es una enorme bendición encontrarnos ante un estilo de vida muy diferente del que nos hemos acostumbrado en casa. Mi hermano y yo disfrutábamos de esta circunstancia en el Amazonas y necesitábamos dedicar todo nuestro tiempo a procurar lo básico en materia de agua, comida, albergue, transporte y un lugar donde cambiar dinero. Y entonces tuvimos una experiencia desconcertante, o mejor dicho escalofriante. Ambos nos detuvimos pasmados, como si se tratara de una ilusión óptica. Sobre la acera había una cabeza, una cabeza humana, con un cuerpo más pequeño que una caja de cereales. No había brazos, ni piernas, ni estómago y tampoco ropas; pero la boca sostenía un pincel y pintaba flores en un pequeño pedazo de papel. Afligidos y movidos por la compasión, dejamos algo de dinero en un tazón que estaba junto a la cabeza y nos alejamos muy perturbados, preguntándonos por qué. Preguntándonos cuánto de lo que ocupaba nuestra vida diaria se aplicaría a esta persona; pensando cuánto nos quejamos por cosas comparativamente tan triviales; preguntándonos cuál sería la respuesta de esta persona si le dijéramos que estábamos ofendidos por la manera en que alguien nos había hablado; meditando en lo que pensaría la cabeza si nos quejáramos de que la Navidad de ese año estaría un poco escasa de regalos. La cabeza era perturbadora y misteriosa; se nos hacía muy difícil deshacernos de esa imagen. Comencé a preguntarme cuánto de lo que se enseña en el ámbito cristiano se aplicaría a esta persona. Si la vida espiritual depende de lo que hacemos o cómo vestimos, de orar de rodillas, de viajar haciendo trabajo misionero, de enseñar, o de las miles de actividades religiosas que se promueven, ¿estaría por ventura incluida esta persona: la “moneda perdida”, la “débil”, la “una de las noventa y nueve”? Llegué a la conclusión que si lo que enseñamos no podía ser llevado a cabo por esta persona, entonces no es lo suficientemente simple como para aplicarse a ninguna otra. 
La vida profunda viene por medio de la fe, la actividad del alma y el espíritu, no la actividad del cuerpo. La acción debe ser el resultado de la fe. En consecuencia, la fe es mayor, y no obstante está dentro del alcance de cualquier persona, hasta la más débil de todas. En efecto, los más débiles son los más aptos para agradar a Dios, ya que, digámoslo una vez más, un creyente rara vez fracasa en relación con lo que es su debilidad, sino que, por lo general, esto sucede en relación con los aspectos acerca de los cuales uno se considera más fuerte.

           A Jesús le preguntaron de quién había sido el pecado que causó la ceguera de un hombre. El Señor respondió que no era por pecado, sino para la gloria de Dios (vea Juan 9.1-3). A menudo, cuando tardo en dormirme por las noches pienso en la cabeza que vi. Dios me trajo un mensaje potente y conciso acerca de la simplicidad de la FE por medio de esta persona que no tenía nada; había encontrado que la vida era tolerable y exteriorizaba su belleza interior por medio de un arte simple, sencillo. En contraste, muchos que tienen una multitud de logros y posesiones mundanas no pueden soportar la vida. Una conclusión obvia es que la vida no se halla fuera del hombre, sino en su interior. 

M.WELLS

TAMBIEN LE PUEDE INTERESAR

0 comentarios

Flickr ImageNES

TARJETAS FOTOS VARIAS POSTALES FAMILIA

ENVIANOS TU PETICION DE ORACION