Cansados de la permanente presión para “hacer”
Conocemos las advertencias del
libro de Hebreos a los creyentes que no entran en el reposo de Dios. Al igual
que los gálatas (vea Gálatas 3–4), confÃan en sus propias capacidades y han
dejado de lado la obra de Cristo.
El hombre carnal está acostumbrado
a trabajar con el propósito de agradar, en lugar de trabajar debido a que es
agradable. Trabajar para agradar es algo que uno siente como natural, porque
desde que nacemos estamos condicionados a que nuestros esfuerzos nos reportarán
las tan deseadas recompensas de otros. El árbol del conocimiento del bien y del
mal alienta esta percepción distorsionada de la vida. Este árbol enseña que
hacer el mal producirá rechazo y que hacer el bien supuestamente producirá
rectitud y aceptación.
Cuando leemos la Biblia con esta
falsa teologÃa, todo lo que vemos es lo que uno debe hacer. El problema es que
el hombre nunca ha podido desempeñarse de una manera que le permita ganar la
aceptación de Dios, y por esa razón necesita a Cristo. Si creemos que la
actividad puede reemplazar a la fe, Dios nos dará tanto para hacer que nos
desalentaremos y nos veremos forzados a volver a Él transitando el camino de lo
que hizo y hace el Hijo. En consecuencia, experimentamos la bondad de Dios, la
cual nos lleva a una comprensión más profunda de Cristo y a la obediencia al
obrar del Salvador dentro de nosotros.
Hay un pasaje interesante en el
Antiguo Testamento que describe lo que sucede cuando un hombre no está
dispuesto a descansar en la obra de Dios: “Este es el reposo; dad reposo al
cansado; y este es el refrigerio; mas no quisieron oÃr. La palabra, pues, de
Jehová les será mandamiento tras mandamiento, mandato sobre mandato, renglón
tras renglón, lÃnea sobre lÃnea, un poquito allÃ, otro poquito allá; hasta que
vayan y caigan de espaldas, y sean quebrantados, enlazados y presos” (IsaÃas
28.12-13).
¡O bien descansamos, o Dios nos dejará exhaustos con
los mandamientos para
“hacer”!
M.WELLS
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