ENSEÑANZA VIDA EN EL REINO

ESTAR SATISFECHOS

2:13Carlos C



Recuerdo mi encuentro algunos años atrás con un hombre a quien respeto enormemente, llamado Samuel Jones, que estaba activamente involucrado en un ministerio internacional. Después de pasar la mañana juntos nos despedimos y él salió de la oficina. Poco después regresó simplemente para abrir mi puerta, asomar la cabeza y decirme: “¡Una última cosa! Nunca construyas un reino”. Esa recomendación me quedó tan grabada que a menudo oigo una pequeña voz en mi cabeza que me susurra: “Nunca construyas un reino”. 
           En cierta ocasión, cuando visitaba un castillo medieval, me quedé asombrado por sus humildes comienzos. Hacía muchos años, hubo un agricultor que disfrutaba de su trabajo; la satisfacción se tradujo en éxito, el éxito se tradujo en mayores ingresos y los mayores ingresos se tradujeron en una casa cada vez más grande, que llegó a ser la envidia de los enemigos. Frente a eso la casa necesitaba ser protegida; se construyeron muros más altos y aun los amigos se volvían sospechosos cuando procuraban calentar sus manos en el fuego ajeno. Cuanto más vulnerable parecía ser el castillo, mayor era la codicia que se producía en las personas que estaban fuera de sus muros, y mayor debía ser el esfuerzo de los que vivían dentro de la casa para protegerla. Al final, para ese hombre, la totalidad de su tiempo debía dedicarse a la protección del castillo en lugar de poder hacer lo que más le gustaba: cultivar la tierra. La ética y la felicidad de un agricultor esforzado y amante de la naturaleza se vieron progresivamente reemplazadas por principios de conducta necesarios para mantener un castillo. En lugar del amor por el mundo que Dios había creado, el centro de atención pasó a ser la protección de algo creado por el hombre. Esta transferencia del centro de atención provocó diversas formas de neurosis que fueron transmitidas a los hijos y los hijos de ellos hasta que todo quedó en ruinas. Las palabras de Sam volvieron a mi mente: “Nunca construyas un reino”.
           Los creyentes debemos tener cuidado de no contemplar lo que otros han construido y colocado en un monte alto, y luego compararlo con nuestra humilde construcción, porque al igual que el agricultor medieval, nos instalaríamos dentro de las paredes y pondríamos todo nuestro empeño en protegerlo. ¡Lo que tenemos fuera de las paredes y en el campo es algo infinitamente mayor que un reino construido por el hombre! Tenemos un Rey que ha levantado un reino en nuestros corazones, donde Él reina. En su reino recibimos algunas promesas sumamente importantes: “Echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros” (1 Pedro 5.7). “Considerad los lirios, cómo crecen; no trabajan, ni hilan; mas os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió como uno de ellos” (Lucas 12.27). “Fíjense en los cuervos: no siembran ni cosechan, ni tienen granero ni troje; sin embargo, Dios les da de comer. ¡Cuánto más valen ustedes que las aves!” (Lucas 12.24, DHH). 
           Yo no quiero un reino terrenal; quiero únicamente al Señor. No quiero la vida dentro de las paredes, donde es necesario aferrarse al confort; quiero la vida fuera de las paredes, donde todo lo proclama a Él. Aunque el exterior es donde el hombre seguirá señalando los espinos, al mirar los espinos el Señor me susurra: “Como el lirio entre los espinos, así es mi amiga entre las doncellas” (Cantares de Salomón 2.2). “Salgamos, pues, a él, fuera del campamento, llevando su vituperio” (Hebreos 13.13).
  Primera Tesalonicenses 5.23 dice: “Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo”. 
           Básicamente, el hombre está integrado por un espíritu, un alma y un cuerpo. Imagine a estos tres como títulos de columnas bajo los cuales se hace una lista de sus respectivas necesidades. Por ejemplo, bajo el título “cuerpo” encontraríamos necesidades como alimento, sexo, contacto humano y luz solar. En la columna del “alma” señalaríamos comprensión, elección y una diversidad de emociones. Por último, las necesidades espirituales incluirían amor, aceptación, certeza, seguridad y consagración. Cada parte de nuestro ser singular tiene necesidades que únicamente pueden ser satisfechas con cosas específicas; los deseos del espíritu, del alma y del cuerpo no son transferibles de uno a otro. 
           Muchos hoy día sufren un vacío espiritual que procuran llenar por medio de actividades realizadas en el cuerpo o en el alma. Que alguien abrace mi cuerpo no llenará la necesidad espiritual de seguridad. Leer un libro no ayudará a mi cuerpo a satisfacer su necesidad de alimento ni el comer me ayudará a aprobar el examen para obtener mi licencia de conductor. La psicología está muy equivocada al negar la existencia del espíritu y sus consecuentes necesidades. Cuando intentamos llenar las necesidades del espíritu por medio de la actividad corporal y del alma fracasamos y nos quedamos terriblemente defraudados e insatisfechos. Es que le estamos pidiendo al cuerpo y al alma lo que no pueden proporcionarnos.               A menudo encontramos que escritores seculares y cristianos promueven las buenas relaciones como una panacea para la seguridad, la felicidad, las conversaciones amables y las bendiciones de un Dios satisfecho con nosotros; y en el matrimonio, la relación correcta también proporcionaría satisfacción sexual, romance y total consagración mutua. Sin embargo, muchas personas no se sienten realizadas en cuanto a sus relaciones interpersonales y suponen que todo debería ser mejor. Luego comienza la odisea de intentar obtener más y más de nuestros cónyuges, amigos, familiares o compañeros de trabajo. Muchos solteros sienten que algo está faltando en su vida y es frecuente que alguien les diga que la razón del vacío es la falta de un cónyuge. Así comienza la obsesión de encontrar un compañero o compañera, o la insistencia en cuanto a que el matrimonio nunca llegará a ser una elección de vida deseable. Al fin y al cabo, ambos campos –el de los casados y el de los solteros– se quedan sufriendo la deficiencia. El problema es que la Biblia no nos dice que las relaciones correctas proporcionarán todas las cosas que se prometen. Las relaciones normales a menudo nos exigen mucho, nos llaman a perdonar, nos enseñan a no guardar rencores, nos muestran la inutilidad de quejarnos y nos hacen crecer en Cristo. Podemos disfrutar de nuestras relaciones sin exigirles lo que no pueden dar. Lo mismo puede decirse de la vida. Son muchos los que buscan sacar más provecho de la vida. Cuando se les pide que definan lo que entienden por “más”, las respuestas por lo general son: satisfacción en general, satisfacción laboral, seguridad, entusiasmo, placer, confort; pero la vida no da estas cosas. Estamos buscando lo que los publicistas del mundo y los perdidos nos han dicho que proporcionará satisfacción a nuestro espíritu. Las actividades del cuerpo y del alma nunca podrán responder a los genuinos deseos del espíritu; la satisfacción más profunda en la vida no puede ser el resultado del cumplimiento de deseos del cuerpo o de la mente, sino que es únicamente una obra del Espíritu. Estamos buscando las cosas correctas en los lugares equivocados.

              “Y exhaló el espíritu, y murió Abraham en buena vejez, anciano y lleno de años
[satisfecho], y fue unido a su pueblo” (Génesis 25.8 – Agregado del autor).
  
           “Mi alma quedará satisfecha como de un suculento banquete, y con labios jubilosos te alabará mi boca” (Salmos 63.5, NVI).
  
           ¡Aquí está el secreto! Cuando el espíritu está satisfecho, la plenitud del cuerpo y el alma son una consecuencia inmediata. Cuando el espíritu está satisfecho la sensación de vacío desaparece, las ansias del cuerpo disminuyen y la sed de conocimiento es reemplazada por la fe.     Quiero que lo compruebe por usted mismo. La próxima vez que se sienta preocupado por lo que el futuro pueda deparar, levántese media hora más temprano por la mañana, abra su Biblia en el Salmo 139 y lea. Haga pausas prolongadas para absorber cada palabra, permanezca quieto y escuche, y sentirá cómo el peso de su corazón se va. Usted se sentirá satisfecho porque su espíritu estará satisfecho en el Señor. 


TAMBIEN LE PUEDE INTERESAR

0 comentarios

Flickr ImageNES

TARJETAS FOTOS VARIAS POSTALES FAMILIA

ENVIANOS TU PETICION DE ORACION