Al podar una vid, las ramas que
llevaron más fruto el año anterior se cortan. Si las ramas buenas no son
cortadas, con cada año que pasa necesitarán más savia y darán menos fruto.
Muchos creyentes se acostumbran a lo que funcionó bien en el pasado, ya que
están familiarizados con lo que pueden esperar y con la fórmula que deben
aplicar para cosechar resultados. El problema es que, progresivamente, el
centro de atención va cambiando hasta que nuestra confianza está puesta en una
fórmula y no en la persona de Cristo. Dios quiere hacernos avanzar, por eso nos
saca de la comodidad y la complacencia que encontramos en lo que estaba
funcionando. El discÃpulo celestial no debe desalentarse cuando descubre que el
ministerio que era tan exitoso en el pasado no está dando fruto en el presente.
El Señor permite el fracaso en un área a fin de hacer que confiemos en Él en un
área nueva, y asà avancemos.
Israel bebió de la roca y no se dio cuenta que
Dios habÃa avanzado. “¿Está, pues, Jehová entre nosotros, o no?” (Éxodo 17.7).
A menudo, lo que Dios está haciendo se convierte en lo que es adorado y
buscado. Cuando vea que esto sucede, tenga por seguro que Dios avanzará. El
invierno hace que un árbol recurra a sus raÃces para poder subsistir. Este
principio también se aplica al discÃpulo. Los tiempos de sequÃa lo llevan a
recurrir a sus raÃces, las cuales son Cristo en él. La primavera volverá, pero
no sin que exista el invierno.
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